¿Os habéis preguntado alguna vez si visualizáis a la madre biológica de vuestros hijos? Habéis hecho el ejercicio de cerrar los ojos y imaginarla? Yo sí.
Y me resulta terriblemente perturbador lo que se descubre cuando uno quiere visualizar a alguien que no ha visto nunca, que solo esta en los pensamientos, a veces en algunos bastante profundos, que ha sido realmente importante para nuestra familia pero que uno no sabe muy bien donde ubicar ni donde la ubican nuestros hijos, si la ubican, si necesitan hacerlo, si quieren hacerlo...
Muchos de vosotros me diréis que sabéis perfectamente el papel que la madre biológica tiene en la vida de vuestra familia. Pues mi más sincera enhorabuena. Yo no lo tengo para nada claro.
Me dicen los expertos que tengo que aprender a interiorizarla para que mis hijas vean en mi a sus madres juntas, para que me sea más fácil hablar con ellas del tema y que sea una conversación que aporte luz a sus vidas. Pero la verdad es que no resulta para nada sencillo.
¿Qué siento yo cuando hablamos de la madre biológica? Me cuesta definirlo. Tengo clarísimo que nuestra vida no sería la misma de no ser por ella, eso es más que evidente y de alguna forma siento gratitud por la acción que ella una vez decidió llevar a cabo.
Pero por otro lado estoy enfadada con ella por el dolor que causó a mis hijas y que les obliga a hacer un trabajo emocional terriblemente duro para situarla en sus emociones en el lugar adecuado y que no condicione su vida.
Responder a las preguntas de mis hijas es duro y difícil. En parte porque no se tienen respuestas en parte porque no quiero que ellas se dibujen una imagen incorrecta. Pero como se hace eso si la primera que no tiene claro las respuestas soy yo.
La experiencia vital de mis niñas hasta que llegaron a mi fue totalmente diferente. Cuando uno las conoce es capaz de ver hasta donde ha llegado este hecho en la formación de sus caracteres y por tanto la forma de enfrentarse a ello es muy diferente.
Mi papel es guiarlas y por tanto la primera que ha de tener claro el papel que juega la mama de China soy yo. Trabajar los orígenes es fundamental para que ellas tengan un crecimiento sano y tranquilo. Con sinceridad, con naturalidad, con amor y cariño pero sin azúcar, lo que pasó pasó y fue que ellas fueron abandonadas, por la razón que fuera, fueron dejadas en un lugar y eso determinó el resto de su existencia y el de la nuestra. Y las dejó su madre, no nos engañemos, el padre casi ni existe, no cuenta, es el invitado de piedra, así que eso obliga a que el peso del tema caiga casi siempre sobre las espaldas de la mama.
Mucho trabajo aún por hacer.