martes, 12 de julio de 2011

RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS.

Ayer mi suegra me explicó una situación que vivió con Leire el otro día en el parque.
Parece ser que Leire estaba tranquilamente subida en un balancín del parque. Vino una niña y le dijo:
- China, bájate.
Leire parece ser que la ignoro y siguió subida en el balancín, a lo que la niña respondió con un golpe en el brazo de Leire. Leire no suele pegar pero si rebotarse y le devolvió el golpe también en el brazo. Las abuelas estaban siendo testigos de todo lo que estaba ocurriendo. La otra niña parece ser que empezó a gritar y a llorar y a decir:
- Las chinas pegan muy fuerte.
A lo que Leire, creo que ya un poquito mosqueada, respondió:
- No me llamo china, me llamo Leire.
Y zanjó el conflicto.

viernes, 1 de julio de 2011

LEIRE Y LA COMIDA

Ya os comenté en la anterior entrada que hablar de Leire y la alimentación merecía una entrada específica.
Os haré un poco de historia. Cuando nos entregaron a Leire tenia 8 meses y medio y durante los días que permanecimos en China comió relativamente bien. Los biberones de leche y de leche con cereales los engullía, los potitos así a así y la fruta dependía de los días pero fue comiendo relativamente bien, además probaba cosas nuevas de las que comíamos nosotros.
Una vez llegamos a casa y probó la verdura nos dijo que los potitos nos los tomáramos nosotros, comía bastante bien, los biberones de leche y los cerales nunca dieron problemas, los pures de verdura con carne o pescado se los fue comiendo muy bien y lo que más le costaba era la fruta. Probamos ha hacerles purés solo de fruta, de fruta con yogur, de fruta con galleta, pero nunca acabó de tolerarlo demasiado bien. El cambio con la fruta vino cuando empezó a tomarla a trozos y desde entonces la fruta no ha dado demasiados problemas. Su fruta favorita es la fresa pero también come bastante bien melocotones, nectarinas, paraguayos, piña, mandarinas, también come plátanos y manzana aunque de esta última no suele abusar, no le da la gana probar ninguna fruta más, por lo tanto no sabe si le gusta o no.
Respecto al resto de la comida en casa come relativamente bien y casi de todo. Come legumbres, pescados, carnes, sobretodo pollo, arroz, pasta, huevo... en fin menos verdura, con excepción del calabacín y la zanahoria en crema, y patatas el resto lo va comiendo. Las patatas las estuvo comiendo muy bien hasta aproximadamente los dos años, de repente un día dijo que ya no le gustaban las patatas y no hay manera, solo las come fritas de bolsa, y chafadas y mezcladas con los caldos y que no se vea, claro que esto último ella no lo sabe, en fin un misterio.
De los yogures tampoco abusa aunque los ba comiendo y lo que no come, con excepción de la mozzarela en la pizza, es queso, no lo ha probado nunca, el olor le resulta muy desagradable hasta el punto que no se puede comer queso muy oloroso si esta ella cerca. Y es que Leire y los olores también necesita una entrada aparte.
El problema viene cuando salimos de casa. Aunque le pidamos aquello que a ella le gusta si nota que sabe muy diferente a lo que hacemos en casa no se lo come y como no le da la gana probar nada pues nos encontramos un pelín limitados. Si comemos fuera uno o dos días (me refiero solo a la comida del mediodía, el desayuno y la cena solemos hacerlo en casa) no suele pasar nada porque vamos aguantando pero cuando comemos fuera una semana seguida a mitad de la semana ya empieza a estar cansada y el nivel de comida ingerida empieza a decrecer.
Sorprendentemente el año pasado estuvimos una semana en el País Vasco y todos los días comíamos en un bar de Hernani y la verdad es que comió relativamente bien pero esta última semana de vacaciones en Ibiza no ha ido tan bien y hemos tenido algún que otro conflicto con la comida.
En fin que podríamos decir que Leire evolucionó con la comida hasta los dos años más o menos y después se estanco y ahora de vez en cuando sufrimo alguna que otra involución. No se hasta cuando durará esto pero claro si salimos de casa por España uno se puede entender y pedir más o menos aquello que ella quiero pero cuando salimos fuera y hay que entenderse en otro idioma los que estamos un pelín limitados somos nosotros, o mejor dicho yo, que mi señor esposo tiene cinco cursos de francés y cinco de inglés.