EN COCHE CON LEIRE

Ir en coche con Leire es una tortura. Una tortura para ella y también para nosotros. Ya desde pequeña demostró que lo de ir en coche a ella no le molaba nada. Siempre se ha mareado y quejado mucho dentro del coche y aunque no siempre vomita si que parece que lo va ha hacer lo que provoca que nosotros vayamos en tensión todo el rato para amortiguar las consecuencias del arrojo.

Empezamos probando remedios homeopáticos, unas veces funcionaron otras no. Hasta que por fin cumplió dos años y nos lanzamos de cabeza a la Biodramina. Hasta ahora nos había funcionado, la mínima dosis ya le servía pero las últimas dos veces que le hemos dado no ha tenido el efecto deseado así que imaginamos que tendremos que subir la dosis.

Esta enemistad entre el coche y la niña hace que cualquier pequeño desplazamiento requiera una estrategia. Así que en largos viajes intentamos madrugar mucho para que ella se duerma nada más montarse en el coche, cuando se despierta nos paramos a descansar y desayunar y entonces le damos la Biodramina porque sabemos que en un rato volverá a dormirse. Si es un viaje corto procuramos localizarlo durante las tardes así ella justo después de comer suele dormirse. Si es un desplazamiento de menos de 15 minutos vamos todo el rato disfrayéndola para que este ocupada y no piense que va en coche. Incluso hemos comprado un DVD portátil pero no ha tenido mucho éxito. Pero de todos modos ya os podeis imaginar lo que es viajar con una personita que a casa rató tiene ataques de gritos y pide desesperadamente que se quiere ir a casa, que cuanto falta, que se quiere bajar... en fin algo para recordar cuando nos diga aquello de: quiero sacarme el carnet de conducir.

No se si estos síntomas se curan con el tiempo lo que sí se es que nuestro coche tiene un tufillo que no se lo quitamos ni con 10 litros de ambientador.