Un resfriado, un dolor de estómago, de oidos, de dientes, una diarrea, un episodio de fiebre, una gripe... hasta ahora nada de esto habia tenido importancia para mi. Bien, la importancia relativa del dolor momentaneo que en pocos días se alivia.
Pero en el momento que uno se convierte en padre o madre lo que antes pasaba casi inadvertido ahora puede adquirir otra dimensión.
Tenemos suerte que Leire es fuerte como un roble, por lo menos hasta ahora así lo ha demostrado. Nunca se ha puesto enferma, ni ha tenido las dolencias típicas de los niños, ni le ha hecho reacción ninguna vacuna, ni otitis, ni gastroenteritis, nada de nada excepto algún resfriado o algún episodio de fiebre que hemos curado con el milagroso Apiretal y con los remedios caseros evitando la mayoría de las veces los medicamentos.
Pero incluso cuando esto sucede y tenemos a la niña un poco decaida durante unos pocos días, no puedo dejar de pensar todo el rato en ella, en si estará bien, en si la estaremos cuidando bien, en si se curará bien y no le quedará ninguna secuela...
En lo que se refiere a la salud soy muy sufridora y en ocasiones aprensiva e hipocondriaca siempre poniendome en lo peor y cuando afecta a mi niña eso me hace sufrir en exceso, sobretodo porque ella aún no se puede expresar bien y cuando se siente mal no sabe decirnos si le duele algo y se ha de actuar un poco por intuición lo que no me hace sentir mejor.
Y solo tiene 20 meses, como me sentiré cuando empiece a salir de noche y no vuelve hasta altras horas de la mañana, cuando no pueda controlar en todo momento que come o que deja de comer, con quien esta o que hace, madre mía si me pongo a pensar... esto es solo el principio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario