Los que me leeis normalmente ya conoceis a Leire y sus fases. Todos sabeis que Leire no es una niña muy cariñosa fuera de casa, que los besos y abrazos los cobra caros y que a los únicos que se los regala es a su padre y a mi. También sabeis que cuando esta contenta es una niña encantadora pero que cuando saca el carácter a genio no hay quien la gane. Y también sabeis que poco a poco vamos pasando por todas las fases: las dulces y las amargas.
Pues a estas alturas ya pensaba que la fase del NO nos la habiamos saltado, pues nada más lejos, ya apareció. No se sabe porque unas veces somos capaces de razonar y negociar y llegar a acuerdos que contenten a ambas partes, y otras veces un NO desencadena una situación de lo más estresante y angustiante.
Soy de las que piensan que los niños han de tener límites, que han de aprender que todo lo que piden no se les puede dar, y no por falta de recursos sino porque no todo es necesario, también creo que tienen que aprender a que no pueden tener algo simplemente porque lo tiene un amiguito o amiguita y que las cosas tienen un valor y que no se han de despreciar en el momento que ya se han conseguido. Por lo que se refiere a las cosas no materiales, como querer ir a un sitio y no poder, también se ha de aprender a que si no es el momento de hacer algo pues a lo mejor se ha de esperar, o hacerlo mañana... y no montar un pollo porque no es el momento adecuado o simplemente porque se haya de esperar un rato para poder hacer algo.
A Leire nunca se la ha podido decir que no y esperar que ella lo aceptara sin más, ella siempre pregunta porque no, no lo veo mal, creo que para que ella entienda que una cosa no se puede conseguir en el momento se le ha de explicar, y eso es lo que yo intento. Cuando le digo que no a algo siempre le explico porque no se puede hacer en ese momento o porque no lo puede tener, el problema es que ella continua preguntado porque, porque, porque... en algunas ocasiones se acaba convenciendo y llegamos a un acuerdo en otras llegamos a un bucle sin salida y la cosa acaba en cabreo. El cabreo ya os podeis imaginar, gritos, lloros y maltrato verbal hacia mi persona. Y cuando ella llega ya a los insultos, o lo que ella cree insultos, por ahí ya no paso, ya no vale negociación posible, pierde toda posibilidad de conseguir lo que quiere, porque "insultar" a una madre es lo último, y si no se frena ahora que haré cuando tenga 15 años. Así que con esos cabreos ya no consigue nada, y ella lo sabe. Yo estoy haciendo un ejercicio de autocontrol, soy el adulto y tengo que mantener el control y las formas, y os puedo asegurar que intento no perder los nervios y no gritar.
Ayer fue el último episodio y su padre consiguió que finalmente me pidiera perdón, bueno es un paso... poco a poco, necesito establecer con mi hija una relación de diálogo, tranquila, donde las conversaciones seran el canal para el entendimiento y donde podamos llegar a acuerdos que sean satisfactorios. Quiero que la relación con mi hija me enriquezca y la haga crecer a ella como una persona madura y feliz y que no la haga depender de si consigue algo o no justo cuando ella lo quiere. Cuando estamos inmersos en una rabieta y en las horas posteriores creo que no lo estoy consiguiendo pero los besos y los abrazos me hacen olvidar siempre los malos momentos. Como madre creo que una nunca esta seguira si lo esta haciendo bien y que no será hasta la edad adulta que podamos empezar a ver los resultados. Hasta entonces no queda otra que seguir trabajando y aguantando y esperar tener éxito. Y para ello toda ayuda es buena.
Pues a estas alturas ya pensaba que la fase del NO nos la habiamos saltado, pues nada más lejos, ya apareció. No se sabe porque unas veces somos capaces de razonar y negociar y llegar a acuerdos que contenten a ambas partes, y otras veces un NO desencadena una situación de lo más estresante y angustiante.
Soy de las que piensan que los niños han de tener límites, que han de aprender que todo lo que piden no se les puede dar, y no por falta de recursos sino porque no todo es necesario, también creo que tienen que aprender a que no pueden tener algo simplemente porque lo tiene un amiguito o amiguita y que las cosas tienen un valor y que no se han de despreciar en el momento que ya se han conseguido. Por lo que se refiere a las cosas no materiales, como querer ir a un sitio y no poder, también se ha de aprender a que si no es el momento de hacer algo pues a lo mejor se ha de esperar, o hacerlo mañana... y no montar un pollo porque no es el momento adecuado o simplemente porque se haya de esperar un rato para poder hacer algo.
A Leire nunca se la ha podido decir que no y esperar que ella lo aceptara sin más, ella siempre pregunta porque no, no lo veo mal, creo que para que ella entienda que una cosa no se puede conseguir en el momento se le ha de explicar, y eso es lo que yo intento. Cuando le digo que no a algo siempre le explico porque no se puede hacer en ese momento o porque no lo puede tener, el problema es que ella continua preguntado porque, porque, porque... en algunas ocasiones se acaba convenciendo y llegamos a un acuerdo en otras llegamos a un bucle sin salida y la cosa acaba en cabreo. El cabreo ya os podeis imaginar, gritos, lloros y maltrato verbal hacia mi persona. Y cuando ella llega ya a los insultos, o lo que ella cree insultos, por ahí ya no paso, ya no vale negociación posible, pierde toda posibilidad de conseguir lo que quiere, porque "insultar" a una madre es lo último, y si no se frena ahora que haré cuando tenga 15 años. Así que con esos cabreos ya no consigue nada, y ella lo sabe. Yo estoy haciendo un ejercicio de autocontrol, soy el adulto y tengo que mantener el control y las formas, y os puedo asegurar que intento no perder los nervios y no gritar.
Ayer fue el último episodio y su padre consiguió que finalmente me pidiera perdón, bueno es un paso... poco a poco, necesito establecer con mi hija una relación de diálogo, tranquila, donde las conversaciones seran el canal para el entendimiento y donde podamos llegar a acuerdos que sean satisfactorios. Quiero que la relación con mi hija me enriquezca y la haga crecer a ella como una persona madura y feliz y que no la haga depender de si consigue algo o no justo cuando ella lo quiere. Cuando estamos inmersos en una rabieta y en las horas posteriores creo que no lo estoy consiguiendo pero los besos y los abrazos me hacen olvidar siempre los malos momentos. Como madre creo que una nunca esta seguira si lo esta haciendo bien y que no será hasta la edad adulta que podamos empezar a ver los resultados. Hasta entonces no queda otra que seguir trabajando y aguantando y esperar tener éxito. Y para ello toda ayuda es buena.
3 comentarios:
Qué difícil, Isabel! Pero yo pienso como tú, las rabietas buscan los límites del otro y tú eres la adulta y, por tanto, a ti te toca ponerlos...
Ánimo, que yo creo que lo tienes muy claro!
Un saludo,
mariajo
Isabel,
veo que Leire lo pone difícil!!! pero bueno, tus ideas están muy bien, tienes claro lo que debes de hacer y a la larga ese esfuerzo se verá recompensado. Quizás dentro de unos años tu estarás más tranquila y las que ahora estamos más relajadas no sabremos por donde nos viene la ostia....
Así que firmeza, disciplina, límites y serenidad! Ante todo Serenidad!!! a veces cuesta pero es importante mantenerla.
¡Qué complicado¡ Entiendo muy bien porque he pasado por ello. Nosotras trabajamos la agresividad de varias maneras. Comprendimos que cuando algo la fustraba, esa emoción desencadenaba agresividad porque se conectaba con sentimientos profundos de la niña fruto de su historia y que desconocemos. Y desde ahí... Siempre cuando estaba tranquila (Cuando hay pelea todo es inutil) hablabámos de la agresividad utilizando cuentos de intermediarios, de lo que se siente, de lo legítimo que es enfadarse, de cómo se siente uno, de lo que se puede y no se puede hacer, trucos para que use cuando se sienta enfadada ... etc. Y poco a poco funcionó (esto solo es alguna de las cosas que hacíamos). No es mi intención darte consejos solo contarte algo de mi experiencia.
Un abrazo para ti y tu princesa
Itsaso
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